sábado, 13 de septiembre de 2008

jueves, 24 de julio de 2008

PRIMERA VELADA. Desnuda, casi desnuda; y los árboles cotillas a la ventana arrimaban, pícaros, su fronda pícara. Asentada en mi sillón, desnuda, juntó las manos. Y en el suelo, trepidaban, de gusto, sus pies, tan parvos. –Vi cómo, color de cera, un rayo con luz de fronda
revolaba por su risa y su pecho –en la flor, mosca , –Besé sus finos tobillos. Y estalló en risa, tan suave, risa hermosa de cristal. desgranada en claros trinos... Bajo el camisón, sus pies –¡Basta, basta!» –se escondieron. –¡La risa, falso castigo del primer atrevimiento! Trémulos, pobres, sus ojos mis labios besaron, suaves: –Echó, cursi, su cabeza hacia atrás: «Mejor, si cabe...! Caballero, dos palabras...»» –Se tragó lo que faltaba con un beso que le hizo reírse... ¡qué a gusto estaba! –Desnuda, casi desnuda; y los árboles cotillas a la ventana asomaban, pícaros, su fronda pícara.
Versión de Andrés Holguín

Eres el horror de la noche; te amo como se agoniza; eres frágil como la muerte; te amo como se

delira; sabes que mi cabeza muere; eres la inmensidad del temor. eres bella como matar; el corazón desmesurado me asfixio; tu vientre desnudo como la noche; mi locura y mi miedo; tienen grandes ojos muertos; la fijeza de la fiebre. lo que mira en esos ojos; es la nada del universo; mis ojos son ciegos cielos; en mi impenetrable noche; está gritando lo imposible; todo se desploma; véndame los ojos; amo la noche; mi corazón es negro; empújame hacia la noche; todo es falso; sufro; el mundo siente la muerte; los pájaros vuelan los ojos desorbitados; eres sombría como un cielo negro [Georges Bataille (1897-1962)]


Inerte. Lacónico estadío de momentos muertos. Pasan. No los siento. Tampoco mi cuerpo. Caótico ensamble de órganos y pensamientos. Catatónica. Todo ausente de movimiento. Cómo pesa el viento y las telarañas muertas. Inerte. Sigo esperando... por una vida que logre penetrar en este espacio enclaustrado, y me devuelva la mía. Si se llama vida a lo que de ella carece. Recuerdo. Casi siento el sabor de la sangre. Algo flota en el aire. Empiezo a percibir muy suavemente el olor a ser viviente. Reanimada. Conciencia enajenada. [Sabine]

EL BAILE DE LOS AHORCADOS
En la horca negra bailan, amable manco, bailan los paladines, los descarnados danzarines del diablo; danzan que danzan sin fin los esqueletos de Saladín. ¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan, y al darles en la frente un buen zapatillazo les obliga a bailar ritmos de Villancico! Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles: como un órgano negro, los pechos horadados , que antaño damiselas gentiles abrazaban, se rozan y entrechocan, en espantoso amor. ¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza , trenzad vuestras abriolas pues el tablao es amplio, ¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla! ¡Furioso, Belzebú rasga sus violines! ¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta! Todos se han despojado de su sayo de piel: lo que queda no asusta y se ve sin escándalo. En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro. El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas; cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas, rígidos paladines, con bardas de cartón. ¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos! ¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados: rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...
¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos, un rosario de amor por sus pálidas vértebras: ¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .
Y de pronto, en el centro de esta danza macabra brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,
crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta, vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.
En la horca negra bailan, amable manco, bailan los paladines, los descarnados danzarines del diablo; danzan que danzan sin fin los esqueletos de Saladín.


Guitarra negra

Como hare para tomarte en mis adentros guitarra, Como hare para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mia, como se toca tu carne de aire tu oloroso tacto, tu corazon sin hambre , tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordon macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como ninias,
Tocala guitarra negra tocala, tocala
Como se puede amarte dolor sin , sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan, como traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos guitarra, mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos, como entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazon de sombras , de temblores y muerte, de cenizas, de soledad y rabia, de silencio, de lagrimas idiotas
Hoy andubo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa, hoy por la tarde andubo, entre papeles, averiguando como he sido, como ha sido mi vida, cuanto tiempo perdi, como escribia cuando habia verduleros que venian de las quintas, cuando tenia dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no habia television, ese mundo a los pies violento, imbecil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco, Hoy andubo la muerte entre mis libros, buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los platanos del barrio, asesinados, tallados en el alma, Hoy andubo la muerte revisando mi abono del tranvia, mis amigos, sus nombres, las noches del cafe montevideo, las encomiendas por la onda con olor a estofado, revisando a mi padre a su berreta, a su baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al uruguay batllista, a aripides querido, a mis anarcos queridos, bajo bandera bajo mortaja, bajo vinos y versos interminables, Hoy andubo la muerte revisando los ruidos del telefono, distintos bajo los dedos indices, las fotos, el termometro, los muertos y los vivos

los palidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos multiples, sus ojos y sus dientes
bajo sospecha de subversion, y no hayo nada, no pudo hayar a batlle ni a mi padre ni a mi madre
ni a marx ni a aripides ni a lenin ni al principe croposky , ni al uruguay ni a nadie, ni a los muertos fernandes mas recientes, a mi tampoco me encontro, yo habia tomado un omnibus al cerro
e iba sentado al lado de la vida, pase frente al nocturno y la vida habia pintado unos carteles
pregunte en una esquina por la hora y en la bolsa del hombre, que me dijo la hora iba la vida junto con su almuerzo, hoy dejare las puertas y las ventanas de mi casa abiertas, y la noche entrara por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las carceles, por todas las ventanas de los hospitales
la noche entrara cabeceando, saltara para adentro, sombra a sombra, a la luz del farol y se echara en el piso, como un perro, y aguardara hasta la madrugada, hoy dejare las puertas y las ventanas de mi casa abiertas, para siempre, Mi corazon esta mejor sitiado que mi casa, mi casa mas cercada que mi barrio,
Tocala guitarra negra tocala, tocala
Mi barrio, cercado por mi pueblo, en mi barrio vive el presidente, cercado por un muro casi derrumbado, Temblando, con el frontal partido por el marron, por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo la res, cae con estrepito, de bruces sobre el cemento
balando al descuajarse su osamenta ya solo un pobre costillar enorme, ya solo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida temblorosa y atonita
ahi se va alzando como un pesado pindajo, atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba
que la alza por un ojal abierto en el garron de un cuchillazo, en plena estupidez sentimental
en plena media tonelada de monstruoso dolor, incomprensible, absurdo, balando planhidera y tonta, como un escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente porque duele tanto
por que duele que parte de quien que es ella misma, la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca habian dolido y que eran tantas partes, tan extensas, y que pastando nunca habian dolido, haciendo leche, esperma, musculo, crin y cuero y cornamenta viva
que eran la vida misma manando hacia sus adentros, vibrando tiernamente como un sol calido hacia sus adentros, y nunca habian dolido. Ya esta colgada, las patas delanteras se enderezan se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba implorantes y fatalmente rigidas rematadas en cortas pezunias que hace un rato amasaban el barro del corral el estiercol de otros cien balidos, dinosaurios del siglo de las maquinas nacidos para morir de un marronazo

Ahora ya es carne azul colgada de la heladera
Uruguay for export
Aquella res que murio de un marronazo cayo y temblo' todo el frigorifico, aquella otra res que recibio el marronazo en plena frente, de dos dedos de espesor , mientras entraba al tubo desconfiando porque ayi no habia pasto, alcanzo a comprender que habia otra res delante balando, que ya se la llebaba el gancho, y cayo detras tambien, y el cemento temblo bajo esos huesos, aquella otra res que esquivo el marronazo y cayo tambien, con un ojo reventado y una guampa partida desecha, tambien cayo y temblo la tierra, temblo el marron, temblo el marronero, la res, murio temblando, de dolor y de miedo, de un marronazo en plena frente
for export del uruguay
Tocala guitarra negra tocala, tocala

(Alfredo Zitarrosa)

martes, 22 de julio de 2008

FRAGMENTOS

«Duerme, vigía, hasta que las esferas, Veintiséis mil años, Hayan girado, y yo tornado, Al sitio donde ahora fulguro. Otras estrellas en su momento se alzarán, En el eje de los cielos; Astros que alivien y astros que bendigan, Con dulce olvido:Tan sólo al final de mi giro. El pasado vendrá a tocara tu puerta. »
Howard Phillips Lovecraft

A LA MÚSICA

Plaza de la Estación, en Charleville

A la plaza que un césped dibuja, ralo y pobre, y donde todo está correcto, flores, árboles, los burgueses jadeantes, que ahogan los calores, traen todos los jueves, de noche, su estulticia.

-La banda militar, en medio del jardín, con el vals de los pífanos el chacó balancea: -Se exhibe el lechuguino en las primeras filas y el notario es tan sólo los dijes que le cuelgan.

Rentistas con monóculo subrayan los errores: burócratas henchidos arrastran a sus damas
a cuyo lado corren, fieles como cornacas, -mujeres con volantes que parecen anuncios.

Sentados en los bancos, tenderos retirados, a la par que la arena con su bastón atizan,
con mucha dignidad discuten los tratados , aspiran rapé en plata , y siguen: «¡Pues, decíamos!...»

Aplastando en su banco un lomo orondo y fofo, un burgués con botones de plata y panza nórdica
saborea su pipa, de la que cae una hebra de tabaco; -Ya saben, lo compro de estraperlo.

Y por el césped verde se ríen los golfantes, mientras, enamorados por el son del trombón,
ingenuos, los turutas, husmeando una rosa acarician al niño pensando en la niñera...

Yo sigo, hecho un desastre, igual que un estudiante, bajo el castaño de indias, a las alegres chicas:
lo saben y se vuelven, riéndose, hacia mí, con los ojos cuajados de ideas indiscretas.

Yo no digo ni mú, pero miro la carne de sus cuellos bordados, blancos, por bucles locos:
y persigo la curva, bajo el justillo leve, de una espalda de diosa, tras el arco del hombro.

Pronto, como un lebrel, acecho botas, medias...-Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres hermosas. Ellas me encuentran raro y van cuchicheando... -Mis deseos brutales se enganchan a sus labios...
Arthur Rimbaud


El cazador abrió [su boca] para hablar, Diciendo a [su padre]:
«Padre mío, hay [un] hombre que [ha venido de las colinas], Es el más poder[oso de la tierra]; vigor tiene. [¡Como la esencia] de Anu, tan tremendo es su vigor! [Siempre] recorre las colinas, [Siempre] con las bestias [se nutre de hierba]. [Siempre planta] los pies en la aguada. [¡Tan espantado estoy, que] no oso acercarme a él! [Cegó] las hoyas que yo había excavado, [Destrozó] mis trampas que yo había [puesto], Las bestias y las criaturas del llano [Hizo escapar de mis manos]. [¡No permite que] me dedique a la caza!»
[Su padre abrió la boca para hablar], Diciendo al cazador:
«[Hijo mío], en Uruk [vive] Gilgamesh. [Nadie hay más fuerte] que él.

FRAGMENTO POEMA DE GILGAMESH


CONCLUSION
He soñado con los divinos amores, La embriaguez de los brazos y los vinos, El oro, la plata, los reinos vanos. Yo, dieciocho años; ella dieciséis. Por los encantadores senderos íbamos en nuestros alazanes. Lejos está el tiempo de las confesiones ingenuas, de las promesas temerarias. Solo tengo plata en mis cabellos. Las almas que ahora necesitaría, y las estrellas, están demasiado lejos. Me voy a morir solo, en un rincón.

Charles Cros


El mundo fisíco todavía está allí. Es el parapeto del yo el que mira y sobre el cual ha quedado un pez color ocre rojizo, un pez hecho de aire seco, de una coagulación de agua que refluye.
Pero algo sucedió de golpe.
Nació una aborrecencia quebradiza, con reflejos de frentes, gastados, y algo como un ombligo perfecto, pero vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una granada que derramaba también sangre mezclada con agua, que derramaba sangre cuyas líneas colgaban; y en esas líneas, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.
Pero el aire era como un vacío aspirante en el cual ese busto de mujer venía en el temblor general, en las sacudidas de ese mundo vítreo, que giraba en añicos de frentes, y sacudía su vegetación de columnas, sus nidadas de huevos, sus nudos en espiras, sus montañas mentales, sus frontones estupefactos. Y, en los frontones de las columnas, soles habían quedado aprisionados al azar, soles sostenidos por chorros de aire como si fueran huevos, y mi frente separaba esas columnas, y el aire en copos y los espejos de soles y las espiras nacientes, hacia la línea preciosa de los seno, y el hueco del ombligo, y el vientre que faltaba.
Pero todas las columnas pierden sus huevos, y en la ruptura de la línea de las columnas nacen huevos en ovarios, huevos en sexos invertidos.
La montaña está muerta, el aire esta eternamente muerto. En esta ruptura decisiva de un mundo, todos los ruidos están aprisionados en el hielo; y el esfuerzo de mi frente se ha congelado.
Pero bajo el hielo un ruido espantoso atravesado por capullos de fuego rodea el silencio del vientre desnudo y privado de hielo, y ascienden soles dados vuelta y que se miran, lunas negras, fuegos terrestres, trombas de leche.
La fría agitación de las columnas divide en dos mi espíritu, y yo toco el sexo mío, el sexo de lo bajo de mi alma, que surge como un triángulo en llamas.
Antonin Artaud


LASITUD

Encantadora mía, ten dulzura, dulzura... calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional; la amante, a veces, debe tener una hora pura y amarnos con un suave cariño fraternal.

Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa; yo prefiero al espasmo de la hora violenta el suspiro y la ingenua mirada luminosa y una boca que me sepa besar aunque me mienta.

Dices que se desborda tu loco corazón y que grita en tu sangre la más loca pasión; deja que clarinee la fiera voluptuosa.

En mi pecho reclina tu cabeza galana; júrame dulces cosas que olvidarás mañanaY hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.
Paul Verlaine

El día se marchaba, el aire oscuro a los seres que habitan en la tierra quitaba sus fatigas; y yo sólo me disponía a sostener la guerra, contra el camino y contra el sufrimiento que sin errar evocará mi mente. ¡Oh musas! ¡Oh alto ingenio, sostenedme! ¡Memoria que escribiste lo que vi, aquí se advertirá tu gran nobleza! Yo comencé: «Poeta que me guías, mira si mi virtud es suficiente
antes de comenzar tan ardua empresa.
DANTE

martes, 8 de julio de 2008

HEART-WORK

CARCASS / HEARTWORK / HEARTWORK
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lunes, 7 de julio de 2008

DEUS EX MACHINA ???

* Pronunciación: / ˈde.us eks ˈmaː.ki.na / o / ˈde.us eks ˈmaː.xi.na /

Deus ex machina es una expresión latina que significa «dios surgido de la máquina», traducción de la expresión griega «απó μηχανῆς θεóς» (apó mekhanés theós). Se origina en el teatro griego y romano, cuando una grúa (machina) introduce una deidad (deus) proveniente de fuera del escenario para resolver una situación.

Actualmente es utilizada para referirse a un elemento externo que resuelve una historia sin seguir su lógica interna. Desde el punto de vista de la estructura de un guión, “Deus ex Machina” hace referencia a cualquier evento cuya causa viene impuesta por necesidades del propio guión, a fin de que mantenga lo que se espera de él desde un punto de vista del interés, de la comercialidad, de la estética o cualquier otro factor que incurre en una falta de coherencia interna.

No es necesario investigar demasiado en los guiones para encontrar ejemplos de “Deus ex Machina”. Bien sea la llegada del héroe en el último momento, la inesperada carga de caballería, el oportuno eclipse, o la sorprendente necedad del villano perdiendo el tiempo al contarle los planes a los protagonistas, es muy difícil evitar la aparición de estos elementos. El motivo en general es simple: en muchos guiones, la trama es el hilo primario de creación al que se tienen que adaptar todos los demás elementos.

El principal problema de este tipo de eventos es que, al percibirse la falta de coherencia interna, puede producir incomodidad, ya sea entre lectores, espectadores o jugadores, dependiendo de la obra. La cantidad justa de causalidad impuesta por la narración es un ingrediente difícil de manejar para el guionista: por una parte, es un método fácil para obtener la trama deseada, pero también puede hacer que el conjunto no resulte creíble, haciendo que se note “forzado”, o que incluso roza en el surrealismo.

Dios-máquina

Con el surgimiento de la corriente Ciberpunk y otros movimientos similares, se ha empleado también para referirse a la visión de algunos de un dios-máquina (en este caso, una computadora) omnipotente y omnisciente. Ejemplos de esto podemos encontrarlos en obras de Asimov, Clarke, Simmons, etc. Un claro ejemplo de este enfoque distinto puede verse en el libro en línea X Unlimited, donde se muestra al Deux Machina como dios de la robótica y la tecnología. Películas de ciencia ficción como la trilogía de Matrix, donde el planeta entero está bajo el dominio de las máquinas, gobernadas a su vez por el Deus ex machina.

  • También es citado en videojuegos como es el caso de Deus Ex, o el mucho más antiguo Deus Ex Machina para Spectrum.
  • En Advance Wars Dual Strike con el CO power de Von bolt(Ex Machina)
  • El capítulo Ex Deus Machina de la novena temporada de Stargate SG-1.
  • En el juego de simulación Warhammer 40000, donde la organización Adeptus Mechanicus predica una religion conocida como el Culto a la Maquina siendo su dios el Dios Maquina.
  • El último episodio de la serie de anime "Ergo Proxy" lleva el título de "Deus Ex Machina"
  • 'Ex Machina', cómic para adultos de la editorial DC Comics creado por Brian K. Vaughan y Tony Harris.
  • La segunda parte de la película de animación computarizada Appleseed lleva el nombre 'Ex-Machina'.
  • En el videojuego mechassault 2: Lone Wolf, la última misión se llama deus ex machina.
  • El capítulo 19 de la primera temporada de la serie Lost se titula Deus Ex Machina.
  • En el juego de cartas Munchkin hay una carta que se llama "Deux ex machine-gun"
  • En el juego Sid Meier's Civilization IV, una frase tecnológica.
  • En la Machinima hecha con el motor gráfico de Halo 3 y hecha por "DigitalPh33r"

  • La banda Smashing Pumpkins en su disco conceptual MACHINA II tiene una canción llamada 'Le Deux Machina'.
  • Además, es una famosa canción del grupo de Visual-Key, Moi dix Mois del disco "Beyond the Gate" creada por Mana-sama.
  • Por otro lado, la banda creadora del Sid Metal, Machinae Supremacy, llamó Deus Ex Machinae su disco de debut, y
  • Liv Kristine (Ex-Theatre Of Tragedy) grabó su primer album titulado Deux Ex Machina con una canción titulada así.
  • Siguiendo la tradición musical asociada al término, el grupo de rock progresivo italiano "Deus ex Machina" propone intrincadas composiciones y complejas letras cantadas en latín. En el año 1992 publicaron en el sello Kaliphonia su primer disco llamado también Deus ex Machina.
  • El grupo madrileño LK tiene una canción en su primer ep. llamada Deux ex machina inspirada principalmente en la película Donnie Darko.
  • En el disco solista 'The Apocalypse Inside of an Orange' de Omar Rodríguez-López, guitarrista de Mars Volta, incluye un tema titulado Deus Ex Machina.
  • El disco Holographic Universe de Scar Symmetry incluye el tema Ghost Prototype II (Deus Ex Machina).

  • También se puede ver la expresión en el último capítulo de la temporada décimosexta de los Simpsons, cuando Homero pide un deseo, y Dios expresa claramente "Deus ex machina".
  • En la película Donnie Darko, éste cita la expresión Deux ex machina para referirse a Frank, quien inicialmente aparece en escena de un modo fortuito para salvarle la vida (o forzar su condenación, según se mire).
  • Se utiliza está expresión tambien para referirse a la espada Maken en el juego y manga Manken X
  • En el video juego Megaman X Command Mission, el último jefe usa un ataque llamado Deus ex Machina
  • En el OVA IV de Hellsing Ultimate,el dirigible que monta el Mayor Montana Max,esta bautizado como "Deus ex Machina"
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En teatro,

Recurso dramático empleado por los antiguos, en que una tramoya hace descender a una deidad al escenario para intervenir en la trama en situaciones aparentemente insoluble


Por extensión, cualquier argumento o método artificiosamente introducido para solucionar una dificultad o conflicto. Ejemplo:

"Ninguna norma indica que la existencia de un reclamo en sede administrativa impide al ofendido iniciar y llevar adelante simultáneamente la acción de amparo sindical. La mera 'posibilidad de colisión' entre ambas acciones es un deus ex machina que no se justifica objetivamente y no luce serio." Derecho del Trabajo y conducta judicial, Recopilación de la CNAT Sala VI (02.85-03.06), Parte IIa
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The phrase deus ex machina is a Latin theatrical term meaning "god from a machine", although many sources translate machina as the crane used to lower actors to the stage. When the Romans conquered Greece, many of the Roman playwrights maintained the traditions of Greek theater, including the idea of using deus ex machina as a legitimate plot device. Deus ex machina is the introduction of a contrived character, often a god or goddess, into a play in order to miraculously rescue the hero or resolve a complicated plotline. In many Greek and Roman plays, a god or goddess who had been watching the proceedings from a distance is suddenly lowered into the scene by means of a crane-driven cloud or chariot. Even if the introduction of the deus ex machina makes little sense dramatically, the playwright could always be assured of an ending.

Over time, the deus ex machina plot device expanded to include any number of characters suddenly introduced for the sole purpose of resolving a complicated plotline. Even forces of nature might be used as a form of deus ex machina. The entire set may be destroyed by fire or a sudden earthquake, for instance. Audiences attending a Greek or Roman comedy were usually quite willing to suspend disbelief as long as the characters were entertaining. The Greek philosopher Aristotle, as well as other critics, often derided the practice as deceptive and unsophisticated.

In modern times, the deus ex machina plot device appears most often in soap operas or action/adventure motion pictures. Often, a complicated plot on a daytime soap opera is resolved by the sudden reappearance of a character assumed to be dead. Other plotlines may be resolved as the work of an evil twin or a character who has become criminally insane. One of the most controversial uses of deus ex machina occurred on the television series Dallas. In order for actor Patrick Duffy to return to the cast, an entire season had to be explained as a nightmare suffered by his character's wife.

The concept of deus ex machina can also be applied to the business or social arena as well. Sometimes a hostile takeover is thwarted by the last-minute appearance of a new investor or financier, for example. Travelers stranded on the side of the road may be rescued by the driver of an empty bus. While the use of deus ex machina endings in a play may seem artificial or contrived, the occurrance of deus ex machina endings in real life often seems heroic or miraculous. A god or goddess may not arrive in a chariot in real life, but a tow truck driver or police officer often works just as well.


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viernes, 4 de julio de 2008

DRAGON ONE

cultura dark, (POR 30nymphetamine)



Un Dark puede ser visto de varias formas:... por la sociedad moralista como unos "inadaptados"; por los fresas (CHETOS) unos frustrados tontos que solo quieren llamar la atención; por otros simplemente queremos aparentar ser malos; para algunos Punks solo somos una mala deformación de su raza, en fin hay muchas formas de determinar o clasificar a un dark, pero la verdad es que es una forma de vida que incluye arte, música, literatura, vestimenta, etc.

Solo que ahora hay muchos "possers" o "faroles" que creen que por vestirse de negro son dark´s y no es asi, el ser Dark no depende de si te vistes de negro o no, o de si escuchas Lacrimosa o algún otro grupo Dark, depende de tu forma de vida, tus gustos, pensamientos, géneros musicales, los ideales, el ser Dark es un todo conjunto de esto y mucho mas!

El Dark se podria decir que es un estilo de música que está más ligada al culto y a la necrofilia. Los instrumentos que se usan son de varios tipos tanto acústicos como electrónicos, y lo que en verdad interesa es el culto, la muerte, el dolor y la depresión ( pero esto ya es dependiendo de las cualidades de cada persona). En muchos de los casos se retoman cantos antiguos y creencias de la Europa entre los años 1800's y el fin del periodo medieval.

El Dark es en pocas palabras dolor, miedo, angustia, sátira y depresión ( claro que no siempre estos sentimientos estarán presentes en el mismo tiempo y siempre). Es en realidad una forma de vivir marginalmente en este asqueroso mundo. (Claro que hay que reconocer que tiene muchas cosas buenas.) Es hacer de nuestra vida lo que se desea, sin tener que involucrar a otros que no nos entiendan, es tolerar la existencia y libre pensamiento, es crear libremente lo que se crea conveniente, es expulsar mentalmente el orgullo de saber lo que se está haciendo, es en realidad una forma de vida, una manera de pensar.

El Dark es muerte pues es lo único justo, es la mitad entre el paraíso y el infierno, no hay cosas buenas ni malas, es lo objetivo, es la muerte, la muerte es la única manera de salir con los honores propios.

El Dark es miedo, pues la humanidad lo causa. El Dark en parte es encerrarte en tu mundo de ropas negras para gritar callado: "¡ estoy harto de ver como los hombres se destruyen los unos a lo otros, y no poderles hacer ver sus errores, por eso nos aislamos!"

El Dark es el camino por el que nos gusta andar, no queremos nada más, sólo un descanso eterno.

Esto más que nada se podría decir ya "Estereotipando", pero como con el gótico todo depende de tu ser, creencias, ideales, etc.; tu forma de expresión, muchas veces este estilo de vida se confunde con el Gótico (oh si el goth!!) bueno casi siempre, pero el dark es relativamente nuevo tiene aires de muchos estilos es como un conjunto de todos o más bien un poco de cada uno, es difícil definir bien estos etilos de vida y creencias, cada quien forma su ideología a su manera esto digamos es como una introducción a lo que creo que para mi más o menos llega a ser el dark, en si la vestimenta no lo es todo y tampoco el querer estar deprimido y querer asesinar y dar miedo a las 24 hrs del día si lo ves asi, pues ¡ Que posser o q idiota !. pero parte de las cosas anteriormente señaladas pueden ser Hmm, importantes para un Dark.

jueves, 3 de julio de 2008

KOOMARA, EL MURRUGACH ANONIMO



Jack Dogherty vivía al pie de los acantilados de Ballyvaghan, en el condado de Clare, Irlanda. Jack, un pescador como lo habían sido su padre, su abuelo y diez generaciones anteriores, vivía, al igual que ellos, completamente solo con su mujer, y en el mismo lugar y la misma casa que habían habitado sus antepasados. La gente a menudo se preguntaba por qué la familia Dogherty era tan aficionada a vivir en condiciones tan inhóspitas, apartadas de la humanidad, entre rocas despedazadas, sin otra perspectiva que el inmenso pero siempre mutable océano. Lo que los demás no sabían era que ellos tenían muy buenos motivos para hacerlo.
El lugar era, por alguna razón desconocida, el único paraje costero de aquella comarca a donde nadie más se había atrevido a ir a vivir. En esa región, los pétreos acantilados formaban pequeñas bahías protegidas de las tempestades, donde una barca de escaso porte podía encontrar un excelente refugio contra los rigores del clima. Pues bien, en lo alto de la cala de Dunbeg Bay, sobre una saliente de rocas que se prolongaba hasta hundirse en el mar, los Dogherty habían asentado sólidamente su casa, y siempre que el Atlántico, tal como solía hacerlo con frecuencia en los duros inviernos del norte, desencadenaba violentamente su furia contra la costa, desde sus ventanas ellos podían observar los barcos que regresaban muy cargados de las Indias y que, al verse obligados por los vientos a pasar cerca de aquella costa, se destrozaban irremediablemente contra los traicioneros escollos semisumergidos.
Y entonces, las pacas de algodón y tabaco, las pipas de vino, los barriles de ron, los toneles de brandy y los cuñetes de encurtidos y aceitunas iban a parar ineludiblemente a la costa, por lo que Dunbeg Bay era para los Dogherty algo así como un pequeño feudo, con una provisión inagotable de alimentos y delicadezas gastronómicas que no muchos podían disfrutar por los alrededores.
Sin embargo, los Dogherty eran también caritativos y humanos con los marineros en desgracia; y ciertamente, fueron muchas las veces en que Jack sacó su pequeño bote, con riesgo de su propia vida, para ayudar a los ocupantes de algún navío que había naufragado. Pero cuando un barco se hacía pedazos y toda su tripulación se perdía, ¿quién podía culpar a Jack de recoger todo lo que encontrara?
-¿Y a quién perjudico yo con esto? -decía-. Por lo que al rey respecta, ¡que Dios lo lleve siempre de su mano!; todo el mundo sabe que ya es suficientemente rico sin necesidad de yo le entregue lo que recojo del mar.
Pero no piensen que Jack, a pesar de ser un ermitaño por su forma de vida, no era un hombre sociable y gentil; más aún, fue esa amabilidad y dulzura de su carácter, y no otra cosa, lo único que pudo convencer a Biddy Mahony de abandonar la cálida y confortable casa paterna, en la ciudad de Inis, en el condado de Limmerick, para ir a enterrarse entre las rocas, a tantas millas de distancia, con las focas y gaviotas como únicas "vecinas".
Sin embargo, Biddy sabía que Jack era el hombre perfecto para cualquier mujer que deseara vivir feliz y cómoda; porque, sin mencionar el pescado que él mismo pescaba, la casa de Jack, con todos aquellos "regalos del cielo" que llegaban a la bahía, estaba mejor abastecida que la mitad de todas las mansiones nobles de la región. Y ella sabía que había acertado en su elección, porque ninguna mujer podía comer, beber y dormir mejor que lo que ella lo hacía, ni mostrar una apariencia tan digna y saludable en los servicios dominicales de la iglesia, como la señora Dogherty
Como puede suponerse, fueron muchas las escenas extrañas que Jack pudo contemplar; y muchos los sonidos insólitos que pudo escuchar a lo largo de aquella vida junto al acantilado, pero nunca se dejó intimidar por lo que percibía. Más aún, estaba tan lejos de tener miedo a las sirenas, murrughachs o cualquier otro de los "seres pequeños", que el más grande deseo de su corazón era, sin lugar a dudas, encontrarse con uno de ellos. Jack siempre había oído decir a su padre y a su abuelo que allí los había en cantidad y que, a pesar de ser tan grandes como los hombres y mucho más fuertes, los encuentros con los merrows, como los llamaban algunos, siempre traían aparejado algún beneficio. Para su descontento, Jack nunca había podido ver, ni siquiera vagamente, a los murrughachs deslizándose sobre la espuma de las olas, envueltos en sus vestidos de bruma, a pesar de que muchas veces los buscara con afán; ¿en cuántas ocasiones lo había regañado Biddy por pasarse el día entero en el mar y haber regresado sin siquiera un pez? ¡Poco podía imaginarse la pobre Biddy tras qué clase de pez andaba realmente su Jack!
Para Jack resultaba extremadamente irritante que, aun viviendo en un lugar donde los murrughachs abundaban como las gaviotas, nunca hubiera podido ver ni siquiera la sombra de uno. Pero lo que más le molestaba, en realidad, era que tanto su padre como su abuelo los habían visto en incontables ocasiones, y hasta recordaba que, siendo todavía un niño, había oído cómo uno de sus ancestros, el primer Dogherty de la familia en asentarse junto a la bahía, había intimado tanto con un murrughach que, si no hubiese temido indignar al cura, seguramente lo habría adoptado como a un hijo más. Aunque Jack, a pesar de creer en casi todas las leyendas familiares, tenía una marcada propensión a dudar de ésta en particular.
Finalmente, la fortuna creyó que ya era hora de que Jack conociera aquello que su padre, su abuelo y tantos otros antepasados habían conocido y que a él le había sido negado aún. De modo que, un día que Jack se había alejado un poco más que de costumbre a lo largo de la costa, en dirección norte, al llegar a unos riscos más allá de los cuales pensaba echar sus redes, vio algo que, sin parecerse a nada que él hubiera visto anteriormente, se posaba sobre una roca que se encontraba algo apartada de la orilla. Por lo que pudo apreciar desde la distancia, su cuerpo era verde y, de no ser una cosa imposible, hubiera jurado que sostenía en la mano un sombrero de tres picos. Jack permaneció allí durante más de media hora, forzando la vista y maravillándose ante la visión, sin que aquel ser moviera una mano ni un pie en todo ese tiempo.
Al fin la paciencia de Jack se agotó, y éste lanzó un fuerte silbido, inmediatamente seguido por un grito de saludo, con lo que el murrughach, sobresaltado, se calzó el sombrero de tres picos y en un solo movimiento se arrojó de cabeza al agua.
Jack sintió que la excitación le corría por las venas como un fuego fatuo, y dirigió sus pasos hacia el risco en que había visto al ser; pero no logró percibir ningún rastro del misterioso y anfibio caballero del sombrero, por lo que, dando vueltas y más vueltas al asunto dentro de su cabeza, comenzó a creer que simplemente había estado soñando despierto.
Sin embargo, un día tormentoso en el que el mar golpeaba furiosamente contra los acantilados, impidiéndole salir a pescar, Jack Dogherty decidió ir a echar una ojeada a la que él llamaba ya roca del murrughach, pensando que hasta ese momento siempre había escogido días tranquilos y que, quizás, aquel ser podía preferir un clima más turbulento para sus andanzas. ¡Y cuál no sería su sorpresa al acercarse y ver a la extraña criatura haciendo piruetas encima de la roca, para luego sumergirse, subir otra vez de un salto y zambullirse nuevamente en el mar!
Jack no cabía en sí de la alegría; de allí en más, sólo tenía que escoger el tiempo apropiado (es decir, que fuera un día bien agitado), y podría ver al hombre del mar tantas veces como se le antojara. Todo esto, sin embargo, ya no le parecía suficiente, y se dijo a sí mismo:
-No puedo conformarme con sólo haberlo visto; tengo que lograr acercarme más a él -y desde ese momento sólo podía pensar en entrar en contacto con el murrughach, cosa que, finalmente, pudo lograr algún tiempo después.
Hasta que un día terriblemente borrascoso, mientras Jack se dirigía hacia el punto desde donde solía observar la roca del murrughach, la tormenta se desencadenó con tanta violencia que obligó a Jack a buscar abrigo en una de las numerosas cuevas existentes a lo largo de la costa; y allí, para su total deleite, encontró sentado en una roca a un ser de pelo verde, un único diente del mismo color, desmesuradamente largo, una insólita nariz roja y ojos pequeños y porcinos. Tenía cola de pez, las piernas y el torso cubiertos de escamas, y sus brazos eran cortos como aletas, con los dedos unidos por una membrana. No tenía ropas, pero sostenía el tricornio bajo su brazo y parecía estar sumido en una profunda meditación.
Reuniendo con gran esfuerzo todo su valor; ya que estaba algo más que asustado, Jack pensó: "Ahora o nunca"; se acercó al pensativo hombre-pez y, quitándose el sombrero, hizo uso de su mejor reverencia, al tiempo que decía:
-Para serviros, señor, en lo que gustéis mandar.
-Para servirte atentamente, Jack Dogherty-, contestó el murrughach.
-¡Creedme que me sorprende que conozcáis mi nombre, señor!-, exclamó Jack.

-¿Cómo no iba a conocer tu nombre, Jack Dogherty? ¡Yo conocía a tu abuelo Cougar mucho antes que se casara con Judy Regan, tu abuela, y lo mismo a tu bisabuelo y tu tatarabuelo! Sin embargo, debo decirte que al que más aprecié fue a tu abuelo; fue un hombre de gran valía, tanto durante su juventud como en la vejez; jamás encontré a nadie, en ningún lugar del mundo, ni antes ni después de su partida, que pudiera beber como él de una caracola de brandy. Espero, querido muchacho -dijo aquel viejo ser con un alegre centelleo en los ojos-, que seas un nieto merecedor de su herencia.
-No temáis por eso -bromeó Jack-, si mi madre me hubiera criado a base de brandy, ¡os aseguro que todavía sería un niño de pecho!
-Bien, me gusta oírte hablar como un hombre; tú y yo deberíamos conocernos más, aunque tan sólo sea por la memoria de tu abuelo. ¡Pero tu padre, Jack, era otra cosa! El no tenía cabeza.
-Estoy seguro -dijo Jack- de que, dado que vives debajo de estas aguas heladas, debes de tener necesidad de beber bastante para mantenerte caliente en un lugar tan húmedo, frío y cruel... Bueno, cuando un hombre bebe mucho, se dice que "ese cristiano toma como un pez"; pero ¿podría preguntarte de dónde es que sacan ustedes el licor?
-¿De dónde lo sacas tú, Jack? -dijo el murrughach, retorciéndose la nariz con sus dedos índice y pulgar.
-¡Caray! -exclamó Jack-, ya puedo imaginarme la respuesta; apuesto a que tienen una hermosa bodega allá abajo, donde lo guardan.
-Déjate de bodegas -dijo el murrughach, guiñando su ojo izquierdo en un gesto de complicidad.
-Estoy seguro -continuó Jack- de que debe de ser algo digno de verse, sin lugar a dudas.
-Puedes apostar a ello, Jack -dijo el murrughach-, y si vienes aquí a la misma hora, el próximo lunes, hablaremos algo más sobre este asunto.

El murrughach y Jack se despidieron como si se tratara de dos amigos de la infancia, y el lunes siguiente se volvieron a encontrar, y a Jack lo sorprendió ver esta vez que el murrughach llevaba dos sombreros, uno debajo de cada brazo.
-Perdona mi atrevimiento -dijo Jack-, pero, ¿por qué llevas dos sombreros? Dudo mucho que sea para regalarme uno de ellos, ¿o sí?
-No, no, Jack -dijo él-, no consigo estos sombreros tan fácilmente como para andar obsequiándolos a troche y moche; pero quiero que vengas a comer conmigo, y traje un sombrero de más para que bajes con él.
-¡Dios me ampare y me bendiga! -exclamó Jack, asombrado-. ¿Quieres que yo baje hasta los abismos de ese frío océano? ¡Pero si me asfixiaría y moriría a los pocos minutos de sumergirme! ¿Y entonces qué le pasaría y, sobre todo, que diría, la pobre de Biddy?
-¿Y a ti qué te importa lo que ella diga? ¿Quién puede preocuparse por los rezongos de una mujer? Tu abuelo nunca habría contestado de esa forma. Muchísimas veces se colocó este mismo sombrero sobre su cabeza y se zambulló sin hesitación detrás de mí; como tampoco fueron pocos los exquisitos banquetes y las caracolas llenas de brandy que él y yo degustamos juntos allí abajo, en las profundidades.
-¿Entonces es cierto?, ¿no será algún tipo de broma pesada? -preguntó Jack, algo avergonzado-. Bueno, de ser así, ¡se me caería la cara de vergüenza si no demostrara tener las mismas agallas y el coraje de mi abuelo! Así que allá voy; ¡y espero que no estés engañándome, porque voy a jugarme a todo o nada! -exclamó Jack. -Creo que ahora estoy empezando a ver algo de tu abuelo en ti -dijo en tono socarrón el anciano murrughach-. Y ahora no perdamos más el tiempo, y haz lo que yo haga.
Abandonaron la cueva para adentrarse en el mar, nadando un trecho hasta llegar a una roca cubierta de algas. Jack tuvo que esforzarse para trepar hasta la cima, siguiendo los pasos del merrow. El lado posterior del islote era tan recto como el más perfecto de los muros, y por debajo, el mar era, a su vez, del azul oscuro que sólo tienen las grandes profundidades, a tal punto que Jack por poco desiste de su aventura.
-Ahora, Jack -dijo el murrughach-, simplemente, ponte el sombrero, aférrate de mi cola, procura mantener los ojos abiertos, y te aseguro que te gustará ver lo que verás si me sigues de cerca.
Y tan pronto como terminó de decir esto, la criatura se lanzó hacia las aguas, seguida por el valeroso Jack. Y así se sumergieron y sumergieron, cada vez a mayor profundidad, a tal punto que Jack creyó que nunca iban a detenerse. Muchas veces deseó estar en su casa, sentado con Biddy junto al fuego, pero pronto comprendió que de poco le serviría desear nada en ese momento, mientras se encontrase, por lo que parecía, a muchas millas bajo la superficie del océano Atlántico.
Todos los esfuerzos de Jack se concentraban en permanecer aferrado con desesperación a la cola del murrughach, a pesar de lo resbaladiza que era; y entonces, para su total sorpresa, salieron del agua y se encontraron sobre tierra firme, aunque sin haber abandonado el fondo mismo del mar. Cuando Jack miró a su alrededor, asombrado, se encontró frente a una hermosa casa techada con nacaradas ostras dispuestas a modo de tejas, y el murrughach giró sobre sus pies para dar a Jack la bienvenida.

Jack quiso agradecerle su recepción, pero las palabras no salieron de su boca, por un lado, por encontrarse atónito por la emoción y, por otro, por haber perdido el aliento debido a su odisea a través del mar. Miró a su alrededor, pero no pudo divisar a ningún otro ser viviente aparte de los cangrejos y las langostas que, en gran cantidad, se paseaban indiferentes a lo largo y lo ancho de la playa. Justo por encima de sus cabezas, estaba el mar, como un firmamento, y los peces se paseaban por él como los pájaros se pasean por el cielo.
-¿Por qué no dices palabra, hombre? -dijo el murrughach-. Cualquiera diría que no tenías ni la más mínima idea de que podría existir un refugio tan acogedor aquí, ¿eh? ¡Tampoco pareces asfixiado o ahogado, como temías! ¿O acaso estarás preocupado por Biddy?
-¿Eh? ¡Oh, no, no, qué va! -dijo Jack, haciendo una mueca de placer que dejaba ver sus dientes-; pero a cualquier persona del mundo de afuera que se le hubiera ocurrido siquiera decir que se podría ver algo semejante, la hubieran tratado de loca.
-Bueno, basta por ahora; ven conmigo y veamos qué exquisiteces han preparado para nosotros.
Jack estaba realmente hambriento, y su sorpresa no fue menor cuando por la chimenea vio dibujarse una delgada columna de humo, a modo de preámbulo para lo que esperaba adentro. Siguió al murrughach al interior de la casa, donde pudo ver una enorme y bien equipada cocina. No faltaban en ella un elegante aparador y una enorme cantidad de ollas v cacerolas, y Jack pudo ver a dos jóvenes murrughachs cocinando.
Siempre guiado por su anfitrión, Jack pasó de largo junto a ellos, y entró en el comedor, el cual, en contraste con la estancia anterior, estaba muy pobremente amueblado. El salón era bastante amplio, pero no había en él mesas ni sillas para sentarse, sino tan sólo algunos troncos y tablones de madera. Sin embargo, para regocijo de Jack, había un buen fuego ardiendo en el hogar.
-Ven, Jack, tengo que enseñarte el lugar en donde guardo tú ya sabes qué -dijo el murrughach dirigiendo una mirada cómplice a su huésped, mientras abría una pequeña puerta y descubría una increíble bodega, llena de barriles, cuñetes y toneles.
-¿Qué te parece, Jack Dogherty? ¿Eh? ¿Acaso sigues creyendo que no se puede vivir confortablemente debajo del agua?
-Nunca lo puse en duda -dijo Jack con un chasquido de labios cómplice, señal de que estaba realmente convencido de lo que decía.
Volvieron al comedor justo a tiempo para encontrar la comida servida. No había mantel alguno, lo cual era de esperarse, pero ¿realmente importaba? Ni siquiera Jack tenía uno en la mesa siempre. La comida no habría desacreditado a la mejor casa del país de Erín después de un día de ayuno de Cuaresma. La mesa era un completísimo muestrario de lo más selecto que el mar puede entregar: róbalos, esturiones, langostas, lenguados, ostras y unas veinte especies más, junto al más fino surtido existente de licores extranjeros, ya que los vinos, según explicó más tarde el merrow, eran demasiado livianos para su gusto.
Jack comió y bebió hasta el hartazgo, y entonces, al tiempo que tomaba una caracola de brandy, dijo:

-A tu salud, señor; aunque, si perdonas mi impertinencia, es algo inapropiado que, en lo que llevamos tratándonos, aún no conozca tu nombre.
-¿Sabes, Jack? Creo que tienes razón -respondió él-, no me había acordado de ello antes, pero siempre es mejor tarde que nunca ¿verdad? Mi nombre es Koomara.
-Y un hermoso nombre es, sin lugar a dudas -dijo Jack, al tiempo que tomaba otra caracola-. A tu salud, entonces, Koomara. ¡y que vivas los próximos cincuenta años!
-¡Cincuenta años! -repitió Koomara-. ¡Desde luego que te lo agradezco! Si hubieras dicho quinientos, sin embargo, habría sido algo que valdría más la pena.
-¡Por todos los cielos! -exclamó asombrado Jack-. ¡Por lo que veo, alcanzan unas edades increíbles aquí debajo de las aguas! Tú conociste a mi abuelo, que ha estado muerto desde hace ya más de sesenta años. Este debe de ser un lugar muy saludable para vivir, sin lugar a dudas.
-En efecto, así es; pero, ánimo, Jack, no dejes que ese delicioso licor se te avinagre.
Vaciaron caracola tras caracola, y para su total sorpresa, Jack observó que en ningún momento la bebida se le subía a la cabeza, debido, según supuso, al hecho de encontrarse por debajo del mar, lo que mantenía su mente despejada.
El viejo Koomara, por el contrario, se sintió bastante alegre y entonó algunas canciones, pero Jack, aunque su vida hubiera dependido de ello, nunca fue capaz de recordar más que esto:

-¡Rum fun boodle boo,
Ripple dipple nitty dob;
Dumdoo doodle coo,
Raffle taffle ckittiboo!

Ese era el estribillo de tan sólo una de ellas; y, a decir verdad, nadie fue capaz de encontrarle sentido alguno; aunque éste, seguramente, es el caso de la mayoría de las canciones de hoy en día. En un momento dado, el anfitrión le dijo a Jack:
-Ahora, mi querido amigo, si me concedes el honor de seguirme, te mostraré mis "curiosidades".
Abrió una pequeña puerta y condujo a Jack hacia el interior de una gran cámara, en donde pudo ver una gran cantidad de curiosidades y objetos varios que Koomara había ido recogiendo durante sus numerosas expediciones. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Jack fueron unas cosas parecidas a tarros de langostas, que yacían en el suelo, alineadas a lo largo de la pared.
-¿Y, Jack, ¿qué te parecen mis "curiosidades"? -dijo el viejo Koomara.
-Por Dios, señor -dijo Jack-, en verdad que vale la pena verlas; pero, ¿me permitirías la osadía de preguntarte qué son esas cosas que parecen tarros de langostas?
-¡Ah!, te refieres a mis "jaulas de almas", ¿no?
-¿Las qué?

-Esas cosas en donde guardo las almas.
-¿Qué almas? -dijo Jack que no podía terminar de creer lo que acababa de oír-. ¿Es que acaso los peces tienen almas?
-¡Oh, no! -contestó Koomara, con un dejo de indiferencia en la voz-; de eso no tienen; éstas son las almas de marineros ahogados.
-¡Que el señor nos proteja de todo mal! -murmuró Jack, absolutamente sorprendido-. ¿Cómo demonios las has conseguido?
-A decir verdad, es bastante fácil; tan sólo tengo que esperar a que se avecina una tormenta, colocar un par de docenas de ellas por aquí y allá, y entonces, cuando los pobres marineros mueren ahogados y sus almas abandonan sus cuerpos y se encuentran bajo las aguas, al no estar acostumbradas al frío y ser tan frágiles, corren también un gran riesgo de morirse; así que se meten en mis jaulas para buscar cobijo, y como ahí dentro están tan cómodas y calentitas, entonces yo las traigo aquí a casa, donde ellas tienen un excelente refugio ¿A ellas no les parecería así?
Jack estaba completamente pasmado, al punto de no saber qué decir, por lo que no dijo absolutamente nada. Volvieron al comedor y bebieron más del excelente brandy, y luego, debido a que Jack presentía que estaba empezando a hacerse tarde y que Biddy podría comenzar a inquietarse, se levantó y expresó sus deseos de volver a tierra firme.
-Como desees, Jack -le dijo Koomara -; pero bebe un último trago antes de partir; te ayudará con tu fría travesía.

Debido a sus buenas maneras, a Jack le era imposible rechazar aquel último vaso de despedida.
-Me pregunto -comentó- si podré recordar el camino de vuelta a mi casa.
-No debes preocuparte por ello -replicó su anfitrión-, ya que yo te mostraré el camino.
Salieron de la casa, y Koomara tomó uno de aquellos extraños sombreros, poniéndolo en la cabeza de Jack, pero con los picos apuntando en dirección contraria a la vez anterior, para luego elevarlo por sobre sus hombros, tirando de él en dirección de las aguas.
-Pronto -dijo, al mismo tiempo que le daba impulso- vas a aparecer exactamente en el mismo lugar en el que nos sumergimos; ah, y no te olvides de devolverme el sombrero; recuerda que son costosos -dijo Koomara en tono de broma.
Al tiempo que decía esto, se separó de Jack con una leve inclinación, causando que éste saliera disparado a través de las aguas, a modo de burbuja, hasta que finalmente llegó a la piedra desde la cual habían saltado; allí se sacó el sombrero y lo arrojó al agua, donde se hundió como si de una pesada piedra se tratase.
Jack arribó justo a tiempo para ver una hermosa puesta de sol en la apacible tarde de verano. En poco tiempo se podría ver en aquel bello cielo a Feascor mientras titilara vagamente en el firmamento sin una sola nube, como la solitaria estrella que era. También se podrían ver las olas del Atlántico mientras reflejaran la luz de las estrellas, brillando como una inundación dorada.
En ese momento, Jack se dio cuenta de qué tan tarde era y emprendió el viaje de vuelta a su casa; pero no contó ni una palabra a Biddy de cómo ni dónde había pasado el día.
Aquellas pobres almas, encerradas en tarros para langostas, eran motivo más que suficiente de preocupación para Jack, que pasó largo rato pensando en algún plan para liberarlas. Lo primero
que le vino a la mente era hablar del asunto con el cura, pero ¿qué podría hacer el cura?, ¿qué le podría importar a Koomara lo que dijera o hiciera el cura? Aparte de eso, parecía un buen tipo, a quien no se le ocurría pensar que estuviera haciendo algún daño. También Jack pensó en sí mismo, y no consideró bueno para su reputación que la gente anduviera diciendo por ahí que él andaba comiendo con murrughachs. Finalmente ideó un plan: invitaría a Koomara a comer, devolviendo su invitación, y, si es que eso era posible, lo emborracharía para apoderarse de su sombrero y dirigirse hacia el fondo del océano para auxiliar a esas pobres almas. Pero, por sobre todo, era absolutamente necesario mantener alejada a Biddy de todo aquello, porque ella, al fin y al cabo, era una mujer, y Jack era lo bastante prudente como para mantener el asunto en secreto incluso ante ella.
Siguiendo cuidadosamente su plan y en un rapto de piedad, Jack le comentó a Biddy que él había pensado que sería bueno para sus almas que ella realizara su visita anual al pozo de Saint John, en las cercanías de Inis. Afortunadamente, Biddy pensó lo mismo, y una mañana partió, no antes de dar a Jack estrictas instrucciones sobre la vigilancia de la casa. Por fin, sin "ningún moro en la costa", Jack se dirigió hacia la roca para llamar a Koomara con la señal que habían prefijado: Jack debía lanzar una piedra de gran tamaño al agua. Inmediatamente después de hacerlo, apareció Koomara, que saludó a Jack

-¡Hola, Jack! ¿en qué te puedo ayudar?
-En nada de lo que haya que hablar mucho, en realidad -contestó éste-; tan sólo venía a ver si querrías comer conmigo, ya que aún te debo la invitación.
-A decir verdad es una proposición agradable, Jack, te lo garantizo. ¿A qué hora te parece bien?
-A la hora que te sea más conveniente. Digamos... ¿qué tal a la una? Si vienes a esa hora luego puedes regresar a tu casa con la luz del día.
-Allí estaré, no te preocupes -dijo Koomara y volvió a sumergirse.
Jack volvió a su casa para preparar una substanciosa comida a base de pescados e hizo buen uso de sus mejores licores extranjeros. A decir verdad, era cantidad suficiente de alcohol para emborrachar a veinte hombres. Puntualmente a la una, apareció
Koomara con su clásico sombrero de tres picos debajo del brazo. La comida ya estaba servida, por lo que se sentaron a la mesa para disfrutarla. Bebieron y comieron en abundancia, y Jack, pensando en esas pobres almas encerradas allí abajo, no escatimó brandy, mientras animaba a Koomara a cantar, esperando el momento en que éste cayera dormido al suelo. Lo que el pobre Jack había olvidado era que en esta ocasión no se encontraban bajo las aguas, con lo que el brandy se le subió a la cabeza y le hizo efecto; entonces Koomara se retiró, dejando a su anfitrión durmiendo como un bebito.
Jack despertó a la mañana siguiente, sintiéndose inmensamente triste.
-No tiene sentido intentar emborrachar a ese viejo jaranero -se dijo Jack-. Entonces, ¿como haré para liberar a esas pobres almas de sus jaulas?
Finalmente, luego de haber estado pensando todo el día, una idea le vino a la cabeza.
-¡Lo tengo! -se dijo mientras se golpeaba la rodilla, en un gesto de satisfacción-. Estoy seguro de que Koomara, por más viejo que sea, nunca ha probado ni una gota de poteen. ¡Eso sí que lo va
a dejar fuera de combate! Por lo tanto, mejor aprovecho mañana mismo, antes de que Biddy regrese a casa, y le hago otra propuesta. Jack volvió a invitar a Koomara, y éste se rió de lo cabezadura que era aquél, al mismo tiempo que le decía que nunca llegaría a igualar a su abuelo en lo que a beber se trataba.
-Al menos, dame otra oportunidad -pidió Jack-, ¡así podré ver cómo te emborrachas, y luego te recuperas, tan sólo para volver a emborracharte!
-Eso lo veremos, mi querido Jack -dijo Koomara, a modo de despedida.
En esta ocasión, Jack se cuidó de guardar su propio licor mientras daba al murrughach el brandy más fuerte que tenía, para finalmente preguntarle:
- Koo, ¿has probado alguna vez el poteen, el auténtico rocío de montaña?
-No -contestó éste, sorprendido-. ¿Qué es eso y de dónde viene?
-Oh, lo siento, eso es un secreto -dijo Jack-, pero es el mejor licor de su género. Si no es veinte veces mejor que el ron o el brandy, puedes dejar de creerme de ahora en más. El hermano de
Biddy acaba de enviarme unas cuantas gotas a cambio de un poco de brandy, y como tú eres un viejo amigo de la familia, he decidido guardarlo para esta ocasión.
-Bien, entonces veamos de qué es capaz eso -dijo Koomara con un brillo en sus ojos.
El poteen era de los mejores y tenía el deje apropiado. A Koomara le encantó, a tal punto que bebió y cantó "Rum bum boodleboo" una y otra vez, rió y dio vueltas hasta que finalmente cayó dormido como una piedra. En ese momento Jack, que se había preocupado por mantenerse sobrio, tomó "prestado" el sombrero de aquél, fue hacia la roca y se arrojó, y pronto estuvo en la morada del murrughach.
Todo estaba rodeado de la más absoluta de las tranquilidades; no había ningún otro murrughach a la vista, ni joven ni viejo. Entró sigilosamente y buscó los tarros hasta encontrarlos. Una vez allí, los dio vuelta, pero no pudo ver nada, tan sólo pudo oír un suave silbido o gorjeo cada vez que levantaba uno de ellos. Jack estaba extremadamente sorprendido, pero recordó que una vez el cura le había dicho que ningún ser vivo podía ver el alma, algo así como lo que pasaba con el aire o el viento. Luego de hacer todo lo que pudo por ellas, colocó los tarros de vuelta en su posición original, y elevó una plegaria para que esas pobres almas llegaran lo más pronto posible a donde quiera que vayan las almas.

Hecho esto, Jack se calzó el sombrero como correspondía esta vez, o sea, con los picos invertidos, pero cuando salió, se dio cuenta de que el agua estaba muy por encima de su cabeza como para llegar saltando, y ahora no tenía a Koomara para darle el empujón, por lo que se puso a buscar a ver si hallaba una escalera, pero no halló ninguna, ni tampoco alguna roca que le pudiera facilitar su tarea. Por fin divisó un sitio donde el mar "colgaba" un poco más bajo de lo habitual, y decidió probar suerte en aquel lugar. Una vez allí, vio un bacalao que se paró justo al lado de él. Jack le tomó la cola de un salto, por lo que el pez, asustado, dio un tirón e impulsó a aquél hacia arriba.
En el preciso instante en el que el sombrero tocó el agua, Jack salió disparado hacia arriba como un corcho de botella, arrastrando detrás de él al pobre bacalao, ya que había olvidado soltarlo. Llegó a la roca en cuestión de segundos, y salió de prisa hacia la casa, feliz por el bien que había hecho.
En ese mismo momento, otra serie de sucesos se desataban en la casa de Jack, debido a que ni bien éste había marchado a cumplir con su misión de liberar a las almas, Biddy estaba regresando al hogar, en el pozo. Cuando llegó, entró en la casa y, viendo el desorden, exclamó:
-Parece que voy a tener bastante trabajo por aquí. ¡Ese canalla de Jack! ¿quién me mandaría a casarme con él? Seguro que, mientras yo estaba rezando por su alma, él trajo alguno de sus amigos borrachos y han estado bebiéndose todo el poteen que mi hermano le regaló y todos los otros licores que había en la casa.

En ese momento Biddy bajó la cabeza y vio al dormido Koomara tendido en el suelo.
-¡Que la Virgen Bendita me proteja! -gritó aterrorizada-. ¡Finalmente acabó por convertirse en una bestia! No sería la primera vez que a alguien le pasa luego de beber tanto. ¡Oh, Jack, cariño!, ¿qué voy a hacer contigo? y para peor, ¿qué haría sin ti? ¿Cómo podría una mujer decente como yo vivir con una bestia? Lamentándose, Biddy salió corriendo de la casa, sin saber a dónde ir, cuando oyó la conocida voz de Jack canturreando una alegre tonada. Asombrada y feliz ya que su marido estaba sano y salvo, y no convertido en una bestia, fue a su encuentro. En ese momento, Jack se vio obligado a contarle todo, y Biddy, aunque enfadada por haber sido engañada, aceptó de buenas ganas el bien que él había hecho por esas almas.
Luego de la pequeña charla, volvieron a la casa y Jack despertó a Koomara; al ver que éste se encontraba algo deprimido, le dijo que no se preocupara, que el poteen había hecho estragos en los hombres mejor preparados, y que todo se debía a su falta de conocimiento de la bebida; y le recetó que, a modo de medicina, se comiera un pelo de un perro que lo mordiera. El murrughach, sin embargo, consideró que ya había tenido bastante. Se levantó algo tambaleante, y sin siquiera saludar a su anfitrión ni a su esposa, se retiró con la esperanza de poder refrescarse con un viajecito por el agua salada.

Koomara nunca echó de menos las almas. El v Jack continuaron siendo los mejores amigos del mundo, y nadie, jamás, pudo superar a Jack en su liberación de almas del purgatorio; ya que con el tiempo se había armado de una serie de excusas para ir a la casa bajo el mar, sin que su amigo se enterase, y liberarlas abriendo las "jaulas". Le intrigaba el hecho de no poder verlas nunca, pero como ya sabía que eso era imposible, se resignaba de ese modo. La relación de Koomara y Jack se prolongó por algunos años, hasta el día en que Jack fue a las orillas de] mar a dar la señal como de costumbre y no recibir ninguna contestación. Después de lanzar otra piedra, y otra, y otra, continuó sin obtener respuesta, y regresó a su casa. A la mañana siguiente volvió al punto de encuentro, pero sólo para no obtener respuesta nuevamente y, como no tenía el sombrero, no podía bajar a ver qué le había pasado al viejo Koo. Finalmente se tranquilizó, pensando que, o bien el pobre hombre, pez, hombre-pez -o lo que fuera que fuese- había muerto, o trasladado su hogar a otra parte.