martes, 22 de julio de 2008

FRAGMENTOS

«Duerme, vigía, hasta que las esferas, Veintiséis mil años, Hayan girado, y yo tornado, Al sitio donde ahora fulguro. Otras estrellas en su momento se alzarán, En el eje de los cielos; Astros que alivien y astros que bendigan, Con dulce olvido:Tan sólo al final de mi giro. El pasado vendrá a tocara tu puerta. »
Howard Phillips Lovecraft

A LA MÚSICA

Plaza de la Estación, en Charleville

A la plaza que un césped dibuja, ralo y pobre, y donde todo está correcto, flores, árboles, los burgueses jadeantes, que ahogan los calores, traen todos los jueves, de noche, su estulticia.

-La banda militar, en medio del jardín, con el vals de los pífanos el chacó balancea: -Se exhibe el lechuguino en las primeras filas y el notario es tan sólo los dijes que le cuelgan.

Rentistas con monóculo subrayan los errores: burócratas henchidos arrastran a sus damas
a cuyo lado corren, fieles como cornacas, -mujeres con volantes que parecen anuncios.

Sentados en los bancos, tenderos retirados, a la par que la arena con su bastón atizan,
con mucha dignidad discuten los tratados , aspiran rapé en plata , y siguen: «¡Pues, decíamos!...»

Aplastando en su banco un lomo orondo y fofo, un burgués con botones de plata y panza nórdica
saborea su pipa, de la que cae una hebra de tabaco; -Ya saben, lo compro de estraperlo.

Y por el césped verde se ríen los golfantes, mientras, enamorados por el son del trombón,
ingenuos, los turutas, husmeando una rosa acarician al niño pensando en la niñera...

Yo sigo, hecho un desastre, igual que un estudiante, bajo el castaño de indias, a las alegres chicas:
lo saben y se vuelven, riéndose, hacia mí, con los ojos cuajados de ideas indiscretas.

Yo no digo ni mú, pero miro la carne de sus cuellos bordados, blancos, por bucles locos:
y persigo la curva, bajo el justillo leve, de una espalda de diosa, tras el arco del hombro.

Pronto, como un lebrel, acecho botas, medias...-Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres hermosas. Ellas me encuentran raro y van cuchicheando... -Mis deseos brutales se enganchan a sus labios...
Arthur Rimbaud


El cazador abrió [su boca] para hablar, Diciendo a [su padre]:
«Padre mío, hay [un] hombre que [ha venido de las colinas], Es el más poder[oso de la tierra]; vigor tiene. [¡Como la esencia] de Anu, tan tremendo es su vigor! [Siempre] recorre las colinas, [Siempre] con las bestias [se nutre de hierba]. [Siempre planta] los pies en la aguada. [¡Tan espantado estoy, que] no oso acercarme a él! [Cegó] las hoyas que yo había excavado, [Destrozó] mis trampas que yo había [puesto], Las bestias y las criaturas del llano [Hizo escapar de mis manos]. [¡No permite que] me dedique a la caza!»
[Su padre abrió la boca para hablar], Diciendo al cazador:
«[Hijo mío], en Uruk [vive] Gilgamesh. [Nadie hay más fuerte] que él.

FRAGMENTO POEMA DE GILGAMESH


CONCLUSION
He soñado con los divinos amores, La embriaguez de los brazos y los vinos, El oro, la plata, los reinos vanos. Yo, dieciocho años; ella dieciséis. Por los encantadores senderos íbamos en nuestros alazanes. Lejos está el tiempo de las confesiones ingenuas, de las promesas temerarias. Solo tengo plata en mis cabellos. Las almas que ahora necesitaría, y las estrellas, están demasiado lejos. Me voy a morir solo, en un rincón.

Charles Cros


El mundo fisíco todavía está allí. Es el parapeto del yo el que mira y sobre el cual ha quedado un pez color ocre rojizo, un pez hecho de aire seco, de una coagulación de agua que refluye.
Pero algo sucedió de golpe.
Nació una aborrecencia quebradiza, con reflejos de frentes, gastados, y algo como un ombligo perfecto, pero vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una granada que derramaba también sangre mezclada con agua, que derramaba sangre cuyas líneas colgaban; y en esas líneas, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.
Pero el aire era como un vacío aspirante en el cual ese busto de mujer venía en el temblor general, en las sacudidas de ese mundo vítreo, que giraba en añicos de frentes, y sacudía su vegetación de columnas, sus nidadas de huevos, sus nudos en espiras, sus montañas mentales, sus frontones estupefactos. Y, en los frontones de las columnas, soles habían quedado aprisionados al azar, soles sostenidos por chorros de aire como si fueran huevos, y mi frente separaba esas columnas, y el aire en copos y los espejos de soles y las espiras nacientes, hacia la línea preciosa de los seno, y el hueco del ombligo, y el vientre que faltaba.
Pero todas las columnas pierden sus huevos, y en la ruptura de la línea de las columnas nacen huevos en ovarios, huevos en sexos invertidos.
La montaña está muerta, el aire esta eternamente muerto. En esta ruptura decisiva de un mundo, todos los ruidos están aprisionados en el hielo; y el esfuerzo de mi frente se ha congelado.
Pero bajo el hielo un ruido espantoso atravesado por capullos de fuego rodea el silencio del vientre desnudo y privado de hielo, y ascienden soles dados vuelta y que se miran, lunas negras, fuegos terrestres, trombas de leche.
La fría agitación de las columnas divide en dos mi espíritu, y yo toco el sexo mío, el sexo de lo bajo de mi alma, que surge como un triángulo en llamas.
Antonin Artaud


LASITUD

Encantadora mía, ten dulzura, dulzura... calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional; la amante, a veces, debe tener una hora pura y amarnos con un suave cariño fraternal.

Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa; yo prefiero al espasmo de la hora violenta el suspiro y la ingenua mirada luminosa y una boca que me sepa besar aunque me mienta.

Dices que se desborda tu loco corazón y que grita en tu sangre la más loca pasión; deja que clarinee la fiera voluptuosa.

En mi pecho reclina tu cabeza galana; júrame dulces cosas que olvidarás mañanaY hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.
Paul Verlaine

El día se marchaba, el aire oscuro a los seres que habitan en la tierra quitaba sus fatigas; y yo sólo me disponía a sostener la guerra, contra el camino y contra el sufrimiento que sin errar evocará mi mente. ¡Oh musas! ¡Oh alto ingenio, sostenedme! ¡Memoria que escribiste lo que vi, aquí se advertirá tu gran nobleza! Yo comencé: «Poeta que me guías, mira si mi virtud es suficiente
antes de comenzar tan ardua empresa.
DANTE

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